sábado, 13 de agosto de 2011

Sábado de la XIX Semana del Tiempo Ordinario, Ciclio A.


Sábado 13 de Agosto de 2011.

Evangelio según San Mateo 19,13-15.
Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.

"Dejen a los ninños, y no les impidan que vengan a mí", dice Cristo. Como catequista, soy testigo del amor sincero que los niños buscan en Jesús.
Hay veces en que los niños se ven limitados por los adultos, ya sea para hablar, para decir la verdad o incluso, para amar.
No impidamos con nuestras acciones que los niños vayan a Jesús; más bien, seamos "luz" para mostrarles la verdad, el camino que conduce a Cristo.

Debemos ser testigos del amor de Cristo.

Luego, el Señor dice que "el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos".
Mi profesora de Química decía que "Jesús nos pide esa sencilles, esa pureza que tienen los niños."

Esto me recuerda a lo escrito por san Clemente de Alejandría: "Son, por tanto, verdaderos niños los que sólo conocen a Dios como padre y son sencillos, ingenuos, puros, los creyentes en un solo Dios .A los que han progresado en el conocimiento del Verbo, el Señor les habla con este lenguaje: les ordena despreciar las cosas de aquí abajo y les exhorta a fijar su atención solamente en el Padre, imitando a los niños."


Digamos, con el Salmo de hoy:
"Señor, tú eres mi bien, no hay nada superior a ti ... Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha." (Salmo 16)

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